Felipe, !quién te hizo rey? /
Segovia, Rafael
Felipe, !quién te hizo rey? / Rafael Segovia
Nadie ha quedado contento con el fallo del TFPJF. Unos por carta de más y otros por carta de menos. La defensa de las instituciones, tan apasionadamente proclamada por el presidente de la República y por los partidos, amigos y colaboradores presentes y futuros de Felipe Calderón, ha salido del trance maltrecha a más no poder. No se puede creer, es más, ni siquiera suponer que fue una decisión apegada a la verdad: fue una medida política, dictada por unos magistrados convencidos de todo, menos de que la verdad los había guiado. Se sintieron obligados a votar como lo hicieron por necesidad, por preservar la paz social, por evitar un motín, una revolución o una guerra civil, por patriotismo o por civismo, por lo que se quiera, menos por estar seguros, convencidos, de que con su voto defendían la verdad. Ésta la conocieron, pero no pudieron ampararla o ampararse en ella. De hecho, ninguno de los interesados en el proceso, mexicanos y extranjeros, izquierda y derecha, aprueba sin dudas lo ocurrido, empezando por el propio Felipe Calderón.
Felipe, !quién te hizo rey? / Rafael Segovia
Nadie ha quedado contento con el fallo del TFPJF. Unos por carta de más y otros por carta de menos. La defensa de las instituciones, tan apasionadamente proclamada por el presidente de la República y por los partidos, amigos y colaboradores presentes y futuros de Felipe Calderón, ha salido del trance maltrecha a más no poder. No se puede creer, es más, ni siquiera suponer que fue una decisión apegada a la verdad: fue una medida política, dictada por unos magistrados convencidos de todo, menos de que la verdad los había guiado. Se sintieron obligados a votar como lo hicieron por necesidad, por preservar la paz social, por evitar un motín, una revolución o una guerra civil, por patriotismo o por civismo, por lo que se quiera, menos por estar seguros, convencidos, de que con su voto defendían la verdad. Ésta la conocieron, pero no pudieron ampararla o ampararse en ella. De hecho, ninguno de los interesados en el proceso, mexicanos y extranjeros, izquierda y derecha, aprueba sin dudas lo ocurrido, empezando por el propio Felipe Calderón.