Los retos del proceso legislativo en el México de hoy
Ochoa León, Sara María,
Los retos del proceso legislativo en el México de hoy
Quiero comenzar esta lectura agradeciendo a todos ustedes su asistencia. Quiero agradecer también al presidente de la Barra Mexicana-Colegio de Abogados, licenciado Claus von Wobeser, la invitación que me hizo para dirigirme a un público tan destacado como el que ocupa este recinto. Lo que ya no me queda tan claro es si debo o no agradecerle que me haya asignado como tema dé reflexión, el papel que en el México de hoy desempeña el proceso legislativo. Mi reticencia se debe, por supuesto, a la complejidad del tema pero, sobre todo, a su extensión. Es cierto que para hablar del proceso legislativo de un modo tradicional, bien podríamos detenemos a relacionar las distintas etapas formales quedo componen, analizar sus virtudes y sus defectos, y concluir con algunas reflexiones de lege ferenda sobre lo que en el futuro debiera hacerse con él. Este proceder, sin embargo, produciría de inmediato dos graves problemas: el primero, me temo, el aburrimiento de quien habla y el de quienes, hasta aquí, lo escuchan; el segundo, más grave, si cabe, el de no saber respecto de qué ese proceso legislativo es virtuoso o defectuoso.
Los retos del proceso legislativo en el México de hoy
Quiero comenzar esta lectura agradeciendo a todos ustedes su asistencia. Quiero agradecer también al presidente de la Barra Mexicana-Colegio de Abogados, licenciado Claus von Wobeser, la invitación que me hizo para dirigirme a un público tan destacado como el que ocupa este recinto. Lo que ya no me queda tan claro es si debo o no agradecerle que me haya asignado como tema dé reflexión, el papel que en el México de hoy desempeña el proceso legislativo. Mi reticencia se debe, por supuesto, a la complejidad del tema pero, sobre todo, a su extensión. Es cierto que para hablar del proceso legislativo de un modo tradicional, bien podríamos detenemos a relacionar las distintas etapas formales quedo componen, analizar sus virtudes y sus defectos, y concluir con algunas reflexiones de lege ferenda sobre lo que en el futuro debiera hacerse con él. Este proceder, sin embargo, produciría de inmediato dos graves problemas: el primero, me temo, el aburrimiento de quien habla y el de quienes, hasta aquí, lo escuchan; el segundo, más grave, si cabe, el de no saber respecto de qué ese proceso legislativo es virtuoso o defectuoso.
