La mafia y la metonimia
Hubard, Julio
La mafia y la metonimia
Los mexicanos somos reos de la metonimia: la parte por el todo, el efecto por la causa, el significante por el significado. El simple hecho de nombrar un determinado sistema político como una democracia constituye ya un acto metonímico, si por, democracia, queremos designar la actividad política in toto y no, sencillamente, lo que dicha palabra quiere originalmente nombrar, es decir, un método efectivo y de compulsa civil para la distribución y transmisión del poder público. Desde luego, ningún nominalismo puede agotar el léxico que la polis emplea para designar sus procesos. El abstruso artículo Tercero de la Constitución dice que la democracia debe considerarse, no solamente como una estructura jurídica y un régimen, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Sin embargo, dicha definición no pasa de ser un ripio disfuncional¿Qué de esa democracia queda ante las reales circunstancias económicas, sociales y culturales? ¿A qué deberíamos hacer caso, á las urnas, el IFE, el TRIFE, los partidos y la enorme participación ciudadana o la Constitución? Porque, claro como el agua, llamar democracia lo que tenemos contradice nuestra Carta Magna y, por el contrario, aceptar la definición constituicional implicaría una radical y súbita perdida de ilegitimidad para el proceso político reciente.
La mafia y la metonimia
Los mexicanos somos reos de la metonimia: la parte por el todo, el efecto por la causa, el significante por el significado. El simple hecho de nombrar un determinado sistema político como una democracia constituye ya un acto metonímico, si por, democracia, queremos designar la actividad política in toto y no, sencillamente, lo que dicha palabra quiere originalmente nombrar, es decir, un método efectivo y de compulsa civil para la distribución y transmisión del poder público. Desde luego, ningún nominalismo puede agotar el léxico que la polis emplea para designar sus procesos. El abstruso artículo Tercero de la Constitución dice que la democracia debe considerarse, no solamente como una estructura jurídica y un régimen, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Sin embargo, dicha definición no pasa de ser un ripio disfuncional¿Qué de esa democracia queda ante las reales circunstancias económicas, sociales y culturales? ¿A qué deberíamos hacer caso, á las urnas, el IFE, el TRIFE, los partidos y la enorme participación ciudadana o la Constitución? Porque, claro como el agua, llamar democracia lo que tenemos contradice nuestra Carta Magna y, por el contrario, aceptar la definición constituicional implicaría una radical y súbita perdida de ilegitimidad para el proceso político reciente.